lunes, 8 de mayo de 2017



La libertad es la condición dada a la persona humana a la que el filósofo Max Scheler define como la libertad nativa o fundamental ya que con ella nacemos, es irrenunciable y pertenece a la condición humana como es el «querer». El fundamento de toda nuestra acción libre es el «bien». En cuento lo que elegimos siempre bueno, aunque no siempre sea realmente bueno lo elegido, uno nunca elige el mal.


Hablar de la libertad hoy en día en contexto del mundo juvenil, muchas veces la libertad se entiende como estar suelto de… o libre de,.. El año pasado, en una ocasión cuando ayudaba a Juan (nuestro postulante que está haciendo clase en un Colegio Católico), para corregir la prueba de sus alumnos, me había dado unas pistas de la nueva definición de la libertad. Ante la pregunta ¿qué es la libertad?, más de uno de sus alumno respondieron, que la libertad es hacer lo que uno quiere. A la primera vista está respuesta es neutral, hasta puede ser correcto ya que ontológicamente, uno nunca quiere algo mal para sí mismo. Pero la pregunta es, ¿cuál es el motivo de este acto libre? ¿Cuál es el fin de este acto y si tiene límite o no? Si este acto libre no es conducido por el dominio de sí mismo y sin una reflexión previa iluminada por la razón, entonces esta libertad puede traspasar los límites pudiendo atropellar la libertad del otro. Si la libertad es guiada por los impulsos e instintos animales, la libertad se transforma en libertinaje. La libertad tiene que ser balanceada por la responsabilidad que no es otra cosa que responder lo que me corresponde. Imanuel Kant tiene razón cuando dijo: «La libertad es sentirse obligado». La libertad es la capacidad de elegir entre varios bienes, la facultad o capacidad de los seres racionales de decidir u optar por una acción u otra de acuerdo a sus convicciones, pero con responsabilidad de no oprimir los derechos ajenos ni vulnerar ninguna norma ética, moral, o cultural de cualquier aspecto de los demás.


Desde la visión religiosa, la libertad es considerada como un don dado a la persona humana por su Creador para desarrollarse a sí mismo y como respuesta a su vocación de ser libre. La libertad del hombre entonces sólo es auténtica cuando de su Origen en acto libérrimo de Amor y cuando su destino no es otro sino participar plenamente del amor de Dios, del que ha surgido o se vuelve esclavo cuando es dirigida sólo por los impulsos e instintos. Jesús en este sentido es el Hombre más libre cuando por su propia decisión y por un acto supremo dijo: «El Padre me ama, porque yo doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo la doy de mi propia voluntad» (Juan 10,17-18a). Esta es la lección más grande que podemos aprender de Jesús nuestro maestro. Solo desde una libertad auténtica se puede entregarse por entero. Jesús entregó su vida desde esta libertad de que no tenía otra respuesta a su Padre sino hacer la voluntad del Padre entregándose a sí mismo para que todos tengan vida eterna y la tengan en abundancia (Juan 10,10).



jueves, 27 de abril de 2017

ALERTA

¡ALERTA!
Cuando vemos una letra o señal ética con mensaje de advertencia, siempre nos llama la atención y al mismo tiempo nos invita a prepararse, a tener actitud proactiva, a estar preparado para actuar. Cuando se ve esta señal en un sendero en un parque por ejemplo, es una información que advierte a la persona a poner atención, estar en una actitud de vigilancia, a tener precaución, a colabora y si es necesario tomar decisión para evitar cualquier tipo de accidente.

En la vida siempre existen alertas o advertencias que se demuestran a través de sonidos, letras, signos o símbolos, luces, etc., de acuerdo a los convenios y consensos socio-antropológicos. Es un lenguaje particular que la persona de acuerdo a los registros obtenidos, no puede ignorarlo menos ser indiferente frente a ello. Alerta desde luego es un servicio para la persona humana,  para su desarrollo, su integridad y su seguridad garantizando así su sobrevivencia.

La sobrevivencia en este sentido es el resultado directo de la reacción inmediata y adecuada acompañada por una  decisión correcta de la persona frente al peligro que amenaza su vida. A nivel cognitivo esta reacción podría ser espontánea como una respuesta natural instintivo, pero a nivel socio-cultural no es solo una reacción espontánea sino un proceso continuo y  un aprendizaje permanente como esfuerzo incansable para luego ser transmitido. En este sentido el aprendizaje debe ser promovido intencionalmente y transmitido cuidadosamente. En este camino de aprendizaje instructivo, Aristóteles lo dimensiona como «virtudes intelectuales que perfeccionan al hombre en relación al conocimiento y la verdad y se adquieren mediante la instrucción». A diferencia del aprendizaje de los animales que son meramente imitativo, el ser humano aprende no solo de imitación, sino también tiene la capacidad de internalizar y socializar lo aprendido orientado por su libertad y la capacidad de discernir ya tiene un nivel de inteligencia mayor que los animales.

En el campo físico mental, las alertas tienen impacto inmediato. Por ello la reacción y la respuesta son impostergables. Tal reacción se demuestra claramente en los accidentes y catástrofes naturales. En cambio a nivel espiritual la reacción y la respuesta demora en llegar. Este hecho se experimente más en el proceso de formación intelecto-espiritual.
Hoy en día hay cierta alerta sobre la pérdida de sentido religioso-espiritual, la pérdida de autoridad y los valores etc., pero no hay reacción inmediata. Siempre demora en tomar pasos o más bien estrategias para recuperar la pérdida.

Hay decadencia de este campo espiritual. En el área de la formación integral de persona humana, los esfuerzos y estrategias concretas proviene de los formadores o educadores. En la mayoría de los casos, los padres no toman mayor conciencia para apoyar la formación, lo contrario tienden delegar su rol principal y fundamental como educadores o formadores de sus propios hijos. En la vida cotidiana se comenta, se sabe, más hay conciencia y preocupaciones, pero en la práctica estas preocupaciones no se traducen en acciones concretas.

En los países más desarrollados se ve más la tendencia de abandonar la formación valórica espiritual. Ellos tienden promover más derechos, igualdades, libertades, etc., que sin duda son importantes, pero hay que complementarlos con la formación espiritual para no perder el equilibrio ya que la persona humana es un ser espiritual no solo un ser biológico.

No se puede negar que a medida que va perdiendo el sentido espiritual y la ausencia de la práctica religiosa va disminuyendo también la sensibilidad hasta la pérdida de espiritual y la moral en el actuar de las persona ya que la ética y la moral tiene su fuente en lo espiritual. Aristóteles afirma que, «a través de las virtudes el hombre domina su parte irracional». Por eso si una persona olvida su vida espiritual, lo más probable es que tendrá una vida desequilibrada, se vuelva más racional pero menos sensible. La tendencia racionalista podría formar una postura simplista que ve a la persona humana simplemente como un ser biológico, como un conjunto de células o un simple ser material. Desde punto de vista antropológica, la vida humana es mucho más que un ser viviente, ya que es mucho más compleja en sus dimensiones, es mucho más misteriosa de lo que uno mismo puede sentir, percibir o comprender de sí mismo.

La antropología cristina tiene un inmenso aporte en esta línea cuando ve a la persona como un ser que tiene cuerpo, alma y espíritu que forman un solo ser. Solo cuando se logra desarrollar integralmente estas tres dimensiones, la persona puede crecer, interactuar e interrelacionarse con su entorno sabiamente: con personas, con la naturaleza y con lo divino, con Dios. Solo así la persona puede ver claramente los peligros constantes que amenazan su vida y su propio desarrollo integral.


MUCHOS ROSTROS UN SOLO CORAZÓN

M u c h o s   rostros   un solo   corazón E n el mundo global casi no hay límite de espacio y de a poco se han levantado las fron...

Muchos Rostros un Solo Corazón