Muchos rostros un solo corazón
En el mundo global casi no hay límite de espacio y de a poco se han levantado las fronteras, se han abierto la mayor posibilidad de encuentro y de comunicarse sin dificultad, cosa que ni siquiera habrían imaginado nuestros abuelos décadas atrás. El mundo que antes se imaginaba muy grande y las distancias eran enormes, hoy se ha vuelto cada vez más pequeño. Al mismo tiempo se ha producido un cierto temor, no sólo por los actos terroristas que pueden ocurrir, sino también un temor y preocupación por guardar un espacio íntimo para uno mismo garantizando así su propia identidad.
Ese último temor se ha producido por las grandes emigraciones en los últimos tiempos. A pesar de ese temor probablemente va a seguir creciendo el número de emigración. Inevitablemente el encuentro con el otro va aumentando. Ese encuentro puede ser una amenaza para el que tiene miedo de perder su identidad, pero puede ser una oportunidad de diálogo con el nuevo mundo que nos está invitando al encuentro con el otro.
En ese contexto global donde los encuentros son parte de este mundo, no se puede encerrarse en uno mismo. Hay que asumir esa nueva realidad de nuestro mundo hoy. Vemos que ya no es una novedad que la sociedad cada vez más mixta, es compuesta de distintas razas, etnias, culturas, lenguas, etc.
En esa sociedad cada vez más plural el desafío consiste en abrirse al encuentro con el otro en un diálogo generoso, o volver a encerrarse en sí mismo en el fanatismo y fundamentalismo con una convicción cerrada. La segunda posición puede manifestarse en la ignorancia, uno puede vivir al lado del otro sin importar su presencia. Ese fenómeno es lo que llaman los sociólogos como «crowd» - muchedumbre donde uno está al lado del otro pero no hay mayor contacto. Tampoco hay interacción ni interese común que los une en la convivencia. Y si hay interacción se limite solamente en el interés.
La Congregación del Verbo Divino desde su comienzo vive una experiencia particular en su internacionalidad. En contexto de mundo global hoy, la Congregación esta llamada a dar testimonio de su internacionalidad a través del diálogo generoso y con respeto a la interculturalidad que implica la aceptación de cada miembro que proviene de distintas naciones, etnias, razas, culturas, lenguas y costumbres. Como miembros de ésta congregación internacional, tratamos de vivir la comunión en la diversidad, que significa asumir el costo de una comunidad internacional y tratar de superar las diferencias.
La invitación de cada uno que forma parte de esta familia verbita, es salir al encuentro con el otro, no solo abrirse a ese encuentro sino también tratar de comprender al otro desde su posición, desde sus propias raíces que permite vivir «el encuentro enriquecedor» en la comunión. El camino está hecho por la experiencia del fundador mismo cuando tuvo que salir de su propia raíz alemana para el encuentro con la realidad de holanda, para vivir una experiencia fecunda de ese encuentro que alimenta su obra desde su comienzo. La experiencia de la internacionalidad sigue nutriendo a la Congregación del Verbo Divino y a la vez enriquece la Iglesia universal en su misión de acoger a todos.
¿Pero cuál es el aporte concreto? Se puedo preguntar así. Desde bastante temprano de su historia, en el tiempo del colonialismo, cuando se discutía si los pueblos originarios (destinatario de la misión que se entendía en aquella época) tienen alma o no, la congregación fue una de las primeras que entró en el diálogo con la cosmovisión de aquella gente a través de trabajo e investigaciones antropológicas del padre Wilhelm Schmidt, SVD. Mientras las congregaciones religiosas no contemplaban a esa gente como apta para la vida religiosa, nuestra congregación, ya en el año 1902 fue pionero en recibir a los afro-americanos como miembros de la comunidad. Al comienzo de los años 80, cuando los emigrantes no fueron considerados como vocacionables, Verbo Divino fue primero en acoger a los emigrantes vietnamitas en Estados Unidos a formar parte de su familia.
Así con su propia experiencia de la internacionalidad, la Congregación del Verbo Divino sigue dando testimonio de la diversidad del mundo hoy, que es posible vivir en «comunión» siendo diferente, porque hay una mayor razón que está encima de todas las dificultades humanas, el amor de Dios que nos une para con su causa. Somos muchos rostros pero un solo corazón. El Corazón de Cristo es el que comunica la fortaleza y nutre nuestra convivencia para vivir en la comunidad internacional. El Sagrado Corazón de Jesús es fuente inagotable que nos posibilita a asumir su misión a pesar de las dificultades que significa vivir en una comunidad internacional. Viva el Corazón de Jesús en nuestros corazones y los corazones de toda la humanidad, así fue y es el anhelo de nuestro fundador, Arnoldo Janssen. Solo con esa convicción podremos asumir la misión de Cristo, que su vida sea nuestra vida y su misión sea nuestra misión.
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