Estimado amigo tu vida es un misterio. Te sorprende día a día. Te
invita a descubrirla en todo momento. A veces te inquieta por dentro que te
provoca miedos, dudas, preguntas y montones de cosas. Pon atención a aquellos
que no te dejan tranquilo.
Te invito a disponer tu tiempo, invertir tu tiempo para ti mismo. Que nadie
tome decisión por ti. E un empeño serio y comprometedor. Confío en tu capacidad
y generosidad, disponibilidad y entrega de tiempo para ti mismo y para el
Creador.
Te deseo una buena reflexión y discernimiento.
Te deseo lo mejor del mundo y del cielo. Que el Espíritu Santo te guie, te
ilumine y oriente.
Que el amparo de la virgen María siempre te acompañe. Que tu deseo de amar
a Dios y servirlo y a los demás como una persona entregada sea conducido a la
plenitud.
Este discernimiento depende de ti… de tu responsabilidad. Nadie te obliga y
te controlo solo los clamores de tu parte más íntima de tu interior que te
impulsa a actuar. Sígalo y no te vas a arrepentir. Ocupes bien tu tiempo. Es un
tiempo maravilloso y una oportunidad magnífica. No la puedes perder.
El Señor te invita a aprovecharla al máximo.
Ánimo…
Sigas las pautas siguientes.
PAUTA DE TRABAJO Nº 1
HEME AQUÍ, VENGO PARA HACER, OH DIOS, TU VOLUTAD (Heb. 10,79)
1. Toma tu tiempo…
Relájate. Sin apuro. Toma aire profundo, deja tu mente libre de toda
preocupación. Haz un silencio interior. Dispón tu corazón ante el Señor. Invoca
su presencia en este momento. Deja que te acompañe. No temas el paso del Señor
en tu vida no te daña. No es como tus pasos en un jardín, puedes hacer daños a
las plantas. En cambio el Señor no te hace ningún daño. Pida al Señor que te
ayude hacer una buena reflexión.
No temas la reflexión. No se trata de improvisar sino simplemente pensar,
escribir o decir las cosas como tú sientes. Se trata de descubrir, de iluminar,
de orientar y ordenar tu mirada.
No trabaje solo. Déjate guiar por el Espíritu Santo, que te hable desde
adentro y te invita a “ser más y dar más”.
Detente ahora y ora… un rato… (Oración personal)
2. Ahora toma un
lápiz… Empieces a escribir…
Soy joven. Tengo toda una vida por delante. Tengo
muchos proyectos. Tengo muchas cualidades pero también tengo mis defectos.
Siento deseos grandes de amar y de hacer el bien. Quisiera hacer cosas grandes
y valiosas. Por eso escogí este momento de encuentro con el Señor para
presentarle mis deseos y quizás sueños.
¿Estoy dispuesto a
dar al Señor: todo – mucho – poco – nada?
Justifico mi
respuesta…
He experimentado en
mí, alguna vez el deseo de servir al Señor, a la Iglesia, a mis hermanos, de un
modo más entregado y generoso que los demás.
¿En qué
circunstancia?...
¿Cómo reaccioné? …
Si el Señor, hoy, a través de sus representantes, me
invitara a dejar muchas cosas buenas y atractivas para seguirlo, para estar a
su disposición, par ser como Él, ¿QUÉ RESPONDERÍA?
………………………………………………………………………….
¿Porqué?................................
¿Qué lo que más me
cuesta dejar?........................
¿Porqué?.........................
¿Conozco y admiro a alguna persona que decidió poner a
Cristo y a su Reino, al centro de su vida, de sus intereses y de sus
preocupaciones?
¿QUIÉN? ………….
¿Qué admiro de
ellos?...............
¿Qué me impide a
ser como ellos?
El Señor necesita de nosotros, me necesita a mí, para
seguir salvando a los hombres y mujeres de hoy.
¿En qué y cómo lo estoy sirviendo?
¿En qué y cómo me gustaría servirlo más adelante?
La gran vocación de todos es ser cristiano. Sé que
todo cristiano sirve al Señor y está a su disposición. Pero, no existen
cristianos “a su manera” sin “especificidad”. Requiere solo
disponibilidad y entrega. Existen cristiano laicos (casados o no), sacerdotes y
religiosos.
¿He pensado alguna vez, cuál podría ser mi “modo” de
servir al Señor, de acuerdo a mis cualidades, a mis deseos, a las necesidades
del mundo de hoy y de la Iglesia?
Doy razones serias.
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