Un día cuando estaba leyendo un libro bajo de un árbol, por casualidad vi un caracol. Me llamaba la atención, por eso empecé a observarlo. Este animal trataba de moverse y alejarse de una multitud de las hormigas que también intentaban sacar provecho del líquido que dejó el caracol al moverse. En un momento dejo de moverse y se metió para protegerse dentro de su concha. De inmediato se me viene a mi mente las clases de biología en colegio años atrás. En este momento me resuena la voz de la profesora de biología que nos enseñaba que el caracol pertenece a la familia de animal vertebral, se alimenta de hojas y yemas, que roen mediante una lengua dentada, la rádula. Respiran por la cavidad paleal. Está protegida por una capa llamada manto. El caracol cuando hace frío o hay peligro, se mete dentro de la concha.
Sin darme cuenta estoy dejando lo que estoy leyendo. Lamento que estoy malgastando el tiempo de un lado pero de otro lado estoy conectándome con la realidad de la vida.
Esa pequeña observación me lleva a la otra experiencia cotidiana en el metro cuando un sacerdote que viajaba con cuello romano al subir al metro lo pifiaban algunos jóvenes que estaban por allí en espera el siguiente tren.
Es la consecuencia de la crisis actual dentro de la Iglesia-clero por las denuncias de abusos sexuales a menores. Es cierto que esa crisis nos invita a la profunda reflexión y purificación. Sin embargo hay que ser muy justo para ver y escuchar los juicios y opinión pública que existen hoy que meten al mismo saco a todo lo que tiene que ver con la Iglesia: los sacerdotes y personas que los defienden.
Basta ver los comentarios de una noticia sobre denuncia de abuso sexual. Si el abuso es cometido por una persona común y corriente, los comentarios solo se concentran en condenar a esa persona. Dentro de esos comentarios todavía se puede encontrar algunos comentarios más críticos de una posición neutral. Pero si el abuso es cometido por un sacerdote o un religioso/a católico, las condenas no solo se concentran a la persona que cometió el delito sino se extiende a la institución donde pertenece en particular y a la Iglesia católica general.
En un foro de discusión he leído algunas opiniones que realmente son muy negativas. Hay que ser muy injusto para aceptar estos tipos de comentarios. Como puede ser que por la culpa de ciertas personas las opiniones que condenan no fueron dirigidas a tales personas sino directamente a la Iglesia. Algunos comentarios dicen así, «Es la culpa de la Iglesia católica. Hay que eliminar a la Iglesia porque es la única institución que ha hecho tanto daño a la humanidad. Otro dice, es la única institución más corrupta del mundo. Peor aún algunos dicen que la Iglesia no aporta nada a la humanidad lo único que hace es destruir las personas». Es triste para nosotros los católicos. Pero si preguntamos, ¿Por qué la gente condena a la Iglesia y no a la persona que comete el delito? La respuesta exacta no la sabemos. Solo hipótesis que podemos dar. Quizá detrás de esta persona hay una institución, hay un poder, también hay autoridad moral. Eso implica la coherencia y testimonia de los miembros que pertenecen al a l Institución – la Iglesia católica.
Es cierto que la institución – Iglesia Católica tiene un rol fundamental en la formación de la persona determinada, pero ninguna institución igual que los papas tiene la intención de formar las personas malas. Eso sería deformación de la persona humana. Salva una organización terrorista o agrupación de los delincuentes.
Esa crisis puede ser una oportunidad para la Iglesia que le sirve para la purificación y renovación pero sobre todo para dar testimonio – testigo de Jesucristo. Estamos llamados a ser más coherente menos poder y más cercana a la gente. Es decir acercar la gente a Cristo y encarnar a Cristo en el sufrimiento y soledad de la gente. No es la primera vez que la Iglesia enfrenta esa crisis. La Iglesia va a salir adelante, va a salir fortalecida. Donde hay persecución la Iglesia es más fuerte que nunca. Se necesita testigos verdaderos, no seguidores cobardes que buscan solo la comodidad. Cuando hay inconveniente se van.
No podemos actuar como el caracol, en la ilustración dada arriba, que cuando hay frio o peligro se mete a dentro para protegerse mientras las hormigas sacan provecho del líquido que lo dejó al moverse. Tenemos derecho de sospechar, ¿porque nuestra Iglesia como institución es condenada por culpa de sus miembros? Hay que levantar la cabeza y dar testimonio. No hay que meterse a dentro de nuestra cáscara de miedo, vergüenza y cobardía, mientras otros se aprovechan de esta situación para meter a todo al mismo saco. Nuestra naturaleza humana es imperfecta. Los discípulos experimentaban esa limitación en su seguimiento al maestro Jesús. Como los doce que Cristo mismo llamó paraqué estuvieran con Él y luego de ser enviado (cfr. Mc. 1,16-20; 6,7) había un Judas que lo negó, así también hoy hay algunos «Judas» que niegan al maestra con su anti testimonia. Como el famoso dicho, en la familia siempre hay oveja negra, así también dentro de la Iglesia hay ovejas negras.
La realidad que vivimos hoy por los escándalos de abuso sexual, no puedo desanimarnos a responder el llamado del Señor a ser testigo de su amor haciendo el bien, Solo la fidelidad conduce a Pedro a perseverar hasta el final, Esa fidelidad fue la fortaleza de Pedro para superar la crisis de abandono al maestro cuando la muchos de los discípulos se fueron por los escándalos que existían. La fidelidad era la respuesta correcta cuando el maestro Jesús les preguntó, ¿Acaso también ustedes quieren irse? Simón Pedro le respondió, Señor, ¿a quién iremos? ¿Cuál es mi respuesta en este momento, si el Señor me pregunta?
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