Hay dos cosas raras que no se puede comprender para muchos: la opción y la vida de los cristiano. En una conversación con una persona que no es cristiana me dijo, la vida de ustedes de los cristianos es extraña. Yo le dije, claro que nuestra vida es rara, tienes que vivirla para comprenderla mejor. No se puede opinar de afuera.
Claro que si, la vida cristiana y su opción es rara, extraña e incomprensible. Pero es «vida» y una «opción» que no es para comentarla sino vivirla. En primer lugar y sobre todo no es fuente de estudio ni inspiración para la creatividad humana, aunque la es, pero su esencia es inseparable de la vida misma.
La persona de Jesucristo y su proyecto es una eterna paradójica. No es fácil comprenderla, porque la vida de Jesús mismo es una contradicción. Desde su nacimiento había traído ya una incomprensión. Profetizó Simeón, «Este Niño, está predestinado por Dios para ruina o resurgimiento de muchos en Israel, y será signo de contradicción”. (Lc. 2, 34). Durante de la realización de su misión todo el tiempo desafía a todos los que quieren seguirlo a Él. Su misión provoca mucha incomodidad los que estaban amarrados con el poder y estatus quo.
Si yo soy discípulo y misionero de Jesucristo, necesito en este momento contemplar y revisar mi vida según la lógica de Jesús. El Señor Jesús, quién me llama a seguirlo con fidelidad me desafía a caminar contra la corriente.
Jesús me desafía,
Me enfurezco, y Él me dice: ¡perdona¡
Tengo miedo, y Él me dice: ¡ánimo¡
Tengo duda, y Él me dice, ¡ten fe¡
Prefiero estar solo, y Él me dice, ¡ven y sígueme¡
Busco bienes materiales, y Él me dice ¡despréndete¡
Quiero seguridad y comodidad, y Él me llama diciéndome, ¡ven y lo verás!
Quiero ser jefe para mandar, y Él me dice ¡Hay que servir primero!
Quiero comprender con mi lógica, y Él me dice ¡Felices los que creen si haber visto¡
Quiero una explicación clara, y Él me habla en parábolas
Saco mi espada, y Él me dice ¡Guárdala¡
Quiero venganza, y Él me dice, ¡presenta la otra mejilla¡
Hablo de paz, y Él me dice, ¡He venido a traer fuego a la tierra ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!
Quiero ser el más grande, y Él me dice, ¡Seas como un niño¡
Quiero esconderme, y Él me dice, ¡Seas la luz del mundo¡
Busco el primer puesto, y Él me dice, ¡Siéntate en el último lugar¡
Quiero figurar y Él me dice, ¡Reza en lo escondido¡
¡No¡ No entiendo a Jesús. Me provoca, me confunde. Al igual que tantos de sus discípulos, también quiero irme, pero tampoco tango claro, ¿A dónde iré? Solo Él tiene la palabra de vida eterna. Solo permanecer en Él y Él en mi, puedo comprender mejor su lógica, su proyecto paradójico.
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