jueves, 1 de diciembre de 2011

TENTACIÓN VS CONVICCIÓN

Oferta… Oportunidad,…

En muchos lugares de negocio y ventas se lee esta frase «oportunidad», «oferta». Se escucha en mucha ocasión de las bocinas de los canales de radio y televisión, la misma frase. Oportunidad es ocasión que se presenta en el camino de la vida. Que da mucha esperanza, que provoca tantas deseos y expectativas. Como es positivo el mensaje, nadie quiere dejarla ni en espacio ni en tiempo. La oportunidad no hay que dejarla pasar. Hay que aprovecharla lo más eficiente posible.

La oportunidad no solamente presenta la posibilidad, sino invita a tomar acción. Sin una respuesta concreta a la oferta – la oportunidad queda solo en tentación sin efecto. Es como en el caso de la tentación, mientras la persona no le hace caso a la tentación no peca, así la tentación en sí misma es neutral.  

En este sentido no hay efecto/resultado sin actuar ante una oportunidad. Es necesario por lo tanto actuar. Ante una posibilidad – oportunidad, hay que reaccionar. La reacción debe tomar el tiempo conforma a la circunstancia y situación que pueden influir en una eventual opción realizada.

En la vida hay muchas oportunidades, pero no todos convienen o cumplen con el anhelo. Por lo tanto cumple con la expectativa. La acción tomada de acuerdo a la convicción, puede traicionar la consciencia pero lo más importante que ya hay reacción ante la provocación – la oportunidad presentada en la vida.
La oportunidad solo es una posibilidad no es la totalidad. Sin embargo las partes pueden llegar a ser la totalidad si se congrega – se atribuye las partes en una conjunta de las posibilidades.

Así cuando llega el momento de optar es necesario escoger. Mejor dar un pequeño paso, que quedarse quieto sin actuar. Actuar es el comienzo de una posibilidad que empieza a realizarse. El futuro comienza hoy, aunque hoy no puede existir sin ayer. El límite entre ayer, hoy y mañana es una medida sin medida.

Dios se presenta en nuestro camino, se manifiesta como una posibilidad de conocerlo. A medida que negamos el manifiesto de Dios y dejarla pasar, nos envolvemos en la ceguera sin luz que ilumina la oscuridad. Dios sigue hablándonos hoy y siempre. Su voz sigue resonando  en todo momento. Basta abrir los oídos para escucharlo. Basta abrir el corazón para sentir y amarlo en medio de nuestra historia recorrida.
Con razón para Dios el tiempo es eterno, ayer hoy y siempre es el mismo Dios.   

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