jueves, 22 de septiembre de 2011

DISCERNIMIENTO

Seguridad es una de las necesidades que un individuo desea tener para garantizar su propia vida y de las que comparten con él. Sin duda el espacio físico más seguro para esa necesidad es el hogar. Con razón y era comprensible que la pregunta de los primeros discípulos de Cristo no fue otra sino ésta, «Maestro, ¿dónde vives? (J 1,38). En el fondo ellos necesitan seguridad, una garantía de bien estar antes de seguir al maestro. Sin embargo la respuesta de Jesús fue sorprendente. Jesús no les respondió, dónde vivía, sino los invitó a aventurar junto con Él, «Vengan y lo verán» (J 1,39). La respuesta de Jesús ante la pregunta que conlleva la inseguridad es una invitación abierta que implica dar pasos concretos de confianza en Él que llama.

Es muy humano que antes de tomar una decisión importante en la vida, surge la duda o más bien la inseguridad. Para salir de esa duda es necesario tomar tiempo para considerar o discernir el asunto tratado para poder así dar una respuesta correcta y satisfactoria. Pero no siempre fácil recorrer este camino de discernimiento. Porque al cerrarse en uno mismo puede que se torpe con la confusión. Para eso es necesario consultar el entorno material, humano y sobre todo Dios.

San Arnoldo expresa bellamente esa experiencia cuando empezó la casa misional en Steyl con esa frase, «En asunto de tanta importancia acostumbro esperar a inspiraciones interiores. Mientras no sienta impulso no puedo actuar. Por lo tanto ésta es mi tarea por el momento: rezar y esperar. Y para no equivocarme reflexiono y oro mucho, preguntar siempre las personas que me pueden prestar su ayuda».

El tiempo es importante en el proceso de discernimiento. Con el tiempo las cosas van avanzando y madurando y por lo tanto, se logra la seguridad y con ello se afirma la confianza en la opción realizada. San Arnoldo Janssen algunos años más tarde desde la fundación de la Congregación del Verbo Divino que fue marcada por comentarios pésimos de parte de un obispo y algunos sacerdotes que sentían más capaces para tal obra que él mismo, reflexionó con el siguiente sentimiento: «Cuando comencé con la fundación de la Congregación, la opinión general auguraba un seguro fracaso. Quienes así pensaban, juzgaron correctamente, dada la pobreza de mi persona. Pero plugo a Dios que la obra fuera un éxito, que nunca creí posible».

La persona humana y sus limitaciones no son medidas para detener un proceso de discernimiento a la voluntad de Dios. Se requiere solamente la disponibilidad y apertura para comenzar a dar respuesta con pequeños pasos. Solo así se puede avanzar en la vida. Es necesario arriesgar abrazar el futuro desde ahora.



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