El título puesto arriba parece
una contradicción a la situación actual. O es una pregunta retórica o una
provocación. Es que estamos preocupados, por la falta de sacerdotes, hermanas y
hermanos religiosos en particular, y falta gente comprometida para la causa de
Dios. El hecho la religiosidad se vuelva cada vez más secular. Dios es cada vez
está en margen de los proyectos y plan de las personas. Dios parece no está
presente en la vida de muchos, o mejor dicho hay muchas personas viven como
Dios no existe.
En las últimas protestas
estudiantiles apoyado por la CUT en
Chile, ha dejado huellas con rasgos bien claros en las murallas de la Iglesia
salesiana, la Gratitud Nacional en la Alameda. Las frases como «Dios no existe», «me cago tu Dios», «La Cumbia es mejor que la
religión», etc., deja en evidencia que estamos en crisis, al menos crisis de fe.
Por eso es necesario preocuparse de la formación y Evangelización, porque es
parte de nuestra vocación cristiana, es parte de nuestro «ser» cristiano.
Nuestra
reacción natural ante la crisis de fe de la juventud es quejarse, juzgar hasta
condenarla. Pero, ¿es apropiada nuestra reacción? ¿Es justa nuestra reacción
ante la incredulidad de nuestros jóvenes? Creo que no. Es necesario arrodillarse ante el Señor, y
pedirle perdón por nuestra falta de testimonio. Es fatal si no nos involucramos a esta crisis. La crisis es nuestra, somos
parte de… Porque quizás las personas que viven sin Dios necesitan la presencia
de Dios a través y en nuestra vida – nuestro testimonio.
En este
sentido creo que es un llamado para todos formadores, padres y todos educadores de la fe para responder la
invitación de Jesús en el Evangelio de hoy, «Al ver a la multitud, Jesús tuvo
compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen
pastor. Entonces dijo a sus discípulos: La cosecha es abundante, pero los
trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe
trabajadores para la cosecha» (Mt. 9,36-38). Es necesario rezar por la vocación
porque nunca es suficiente los obreros para la viña del Señor. Pero no creo que
haya crisis vocacional.
La crisis
vocacional no existe. Lo que sí es la respuesta a la llamada del
Señor. Porque Dios sigue llamando y no deja de llamar a las personas, «Mira,
aquí estoy llamando a la puerta. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta,
entraré, cenaré con él y él conmigo.» (Ap. 3,20). Dios es el mismo de Ayer, Hoy y para siempre,
es fiel a su proyecto de salvación. Él busca distinta manera y forma para
realizar su obra salvadora. Creo que lo que debemos orar más es para la
incredulidad de las personas de nuestro tiempo. Que Dios mismo abre los corazones y oídos de éstas, para que su voz encuentre un espacio en la profundidad del corazón humano.
Dios Emmanuel, sigue realizando su voluntad, tal como dos mil años atrás, tanto como HOY sigue buscando un nuevo Belén para nacer allí, en el corazón humano que está abierto para acogerlo con el mismo sencillez del pesebre de Belén.
Quisiera terminar esta pequeña reflexión con la oración de san Arnoldo Janssen, nuestro fundador. «ANTE LA LUZ DEL VERBO Y DEL ESPÍRITU DE GRACIA, DESAPAREZCAN LAS TINIEBLAS DEL PECADO Y LA NOCHE DE LA INCREDULIDAD, Y VIVA EL CORAZÓN DE JESÚS EN LOS CORAZONES DE TODA LA HUMANIDAD».
Dios Emmanuel, sigue realizando su voluntad, tal como dos mil años atrás, tanto como HOY sigue buscando un nuevo Belén para nacer allí, en el corazón humano que está abierto para acogerlo con el mismo sencillez del pesebre de Belén.
Quisiera terminar esta pequeña reflexión con la oración de san Arnoldo Janssen, nuestro fundador. «ANTE LA LUZ DEL VERBO Y DEL ESPÍRITU DE GRACIA, DESAPAREZCAN LAS TINIEBLAS DEL PECADO Y LA NOCHE DE LA INCREDULIDAD, Y VIVA EL CORAZÓN DE JESÚS EN LOS CORAZONES DE TODA LA HUMANIDAD».