En las últimas protestas
estudiantiles apoyado por la CUT en
Chile, ha dejado huellas con rasgos bien claros en las murallas de la Iglesia
salesiana, la Gratitud Nacional en la Alameda. Las frases como «Dios no existe», «me cago tu Dios», «La Cumbia es mejor que la
religión», etc., deja en evidencia que estamos en crisis, al menos crisis de fe.
Por eso es necesario preocuparse de la formación y Evangelización, porque es
parte de nuestra vocación cristiana, es parte de nuestro «ser» cristiano.
Nuestra
reacción natural ante la crisis de fe de la juventud es quejarse, juzgar hasta
condenarla. Pero, ¿es apropiada nuestra reacción? ¿Es justa nuestra reacción
ante la incredulidad de nuestros jóvenes? Creo que no. Es necesario arrodillarse ante el Señor, y
pedirle perdón por nuestra falta de testimonio. Es fatal si no nos involucramos a esta crisis. La crisis es nuestra, somos
parte de… Porque quizás las personas que viven sin Dios necesitan la presencia
de Dios a través y en nuestra vida – nuestro testimonio.
La crisis
vocacional no existe. Lo que sí es la respuesta a la llamada del
Señor. Porque Dios sigue llamando y no deja de llamar a las personas, «Mira,
aquí estoy llamando a la puerta. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta,
entraré, cenaré con él y él conmigo.» (Ap. 3,20). Dios es el mismo de Ayer, Hoy y para siempre,
es fiel a su proyecto de salvación. Él busca distinta manera y forma para
realizar su obra salvadora. Creo que lo que debemos orar más es para la
incredulidad de las personas de nuestro tiempo. Que Dios mismo abre los corazones y oídos de éstas, para que su voz encuentre un espacio en la profundidad del corazón humano.
Dios Emmanuel, sigue realizando su voluntad, tal como dos mil años atrás, tanto como HOY sigue buscando un nuevo Belén para nacer allí, en el corazón humano que está abierto para acogerlo con el mismo sencillez del pesebre de Belén.
Quisiera terminar esta pequeña reflexión con la oración de san Arnoldo Janssen, nuestro fundador. «ANTE LA LUZ DEL VERBO Y DEL ESPÍRITU DE GRACIA, DESAPAREZCAN LAS TINIEBLAS DEL PECADO Y LA NOCHE DE LA INCREDULIDAD, Y VIVA EL CORAZÓN DE JESÚS EN LOS CORAZONES DE TODA LA HUMANIDAD».
Dios Emmanuel, sigue realizando su voluntad, tal como dos mil años atrás, tanto como HOY sigue buscando un nuevo Belén para nacer allí, en el corazón humano que está abierto para acogerlo con el mismo sencillez del pesebre de Belén.
Quisiera terminar esta pequeña reflexión con la oración de san Arnoldo Janssen, nuestro fundador. «ANTE LA LUZ DEL VERBO Y DEL ESPÍRITU DE GRACIA, DESAPAREZCAN LAS TINIEBLAS DEL PECADO Y LA NOCHE DE LA INCREDULIDAD, Y VIVA EL CORAZÓN DE JESÚS EN LOS CORAZONES DE TODA LA HUMANIDAD».