martes, 10 de julio de 2012

¿ES VERDAD HAY CRISIS VOCACIONAL?

        El título puesto arriba parece una contradicción a la situación actual. O es una pregunta retórica o una provocación. Es que estamos preocupados, por la falta de sacerdotes, hermanas y hermanos religiosos en particular, y falta gente comprometida para la causa de Dios. El hecho la religiosidad se vuelva cada vez más secular. Dios es cada vez está en margen de los proyectos y plan de las personas. Dios parece no está presente en la vida de muchos, o mejor dicho hay muchas personas viven como Dios no existe.
       En las últimas protestas estudiantiles  apoyado por la CUT en Chile, ha dejado huellas con rasgos bien claros en las murallas de la Iglesia salesiana, la Gratitud Nacional en la Alameda. Las frases como «Dios no existe», «me cago tu Dios», «La Cumbia es mejor que la religión», etc., deja en evidencia que estamos en crisis, al menos crisis de fe. Por eso es necesario preocuparse de la formación y Evangelización, porque es parte de nuestra vocación cristiana, es parte de nuestro «ser» cristiano.
       Nuestra reacción natural ante la crisis de fe de la juventud es quejarse, juzgar hasta condenarla. Pero, ¿es apropiada nuestra reacción? ¿Es justa nuestra reacción ante la incredulidad de nuestros jóvenes? Creo que no.  Es necesario arrodillarse ante el Señor, y pedirle perdón por nuestra falta de testimonio. Es fatal  si no nos involucramos  a esta crisis. La crisis es nuestra, somos parte de… Porque quizás las personas que viven sin Dios necesitan la presencia de Dios a través y en nuestra vida – nuestro testimonio.
        En este sentido creo que es un llamado para todos formadores, padres y todos  educadores de la fe para responder la invitación de Jesús en el Evangelio de hoy, «Al ver a la multitud, Jesús tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha» (Mt. 9,36-38). Es necesario rezar por la vocación porque nunca es suficiente los obreros para la viña del Señor. Pero no creo que haya crisis vocacional.
        La crisis vocacional no existe. Lo que sí es la respuesta a la llamada del Señor. Porque Dios sigue llamando y no deja de llamar a las personas, «Mira, aquí estoy llamando a la puerta. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré, cenaré con él y él conmigo.» (Ap. 3,20).  Dios es el mismo de Ayer, Hoy y para siempre, es fiel a su proyecto de salvación. Él busca distinta manera y forma para realizar su obra salvadora. Creo que lo que debemos orar más es para la incredulidad de las personas de nuestro tiempo. Que Dios mismo abre los corazones y oídos de éstas, para que su voz encuentre un espacio en la profundidad del corazón humano. 
      Dios Emmanuel, sigue realizando su voluntad, tal como dos mil años atrás, tanto como HOY sigue buscando un nuevo Belén para nacer allí, en el corazón humano que está abierto para acogerlo con el mismo  sencillez del pesebre de Belén. 
       Quisiera terminar esta pequeña reflexión con la oración de san Arnoldo Janssen, nuestro fundador. «ANTE LA LUZ DEL VERBO Y DEL ESPÍRITU DE GRACIA, DESAPAREZCAN  LAS TINIEBLAS DEL PECADO Y LA NOCHE DE LA INCREDULIDAD, Y VIVA EL CORAZÓN DE JESÚS EN LOS CORAZONES DE TODA LA HUMANIDAD».




lunes, 9 de julio de 2012


UNA VISITA PRIVADA LLENA DE RECUERDOS DEL PAPA BENEDICTO XVI

La visita del papa Benedicto XVI a la casa de los Misioneros del Verbo Divino en Nemi donde se encuentran en su pleno décimo séptimo Capítulo General fue un Hermosísimo Recuerdo como lo expresó él mismo. Fue una mañana marcada por los recuerdos, relacionados con el período en que era un joven teólogo en el concilio Vaticano II, la que vivió el lunes 9 de julio Benedicto XVI con ocasión de su visita al centro de los misioneros verbitas junto al lago de Nemi.
Cuarenta y siete años después de participar en los trabajos de la comisión conciliar de las misiones, Joseph Ratzinger ha vuelto a los mismos lugares para encontrarse con los 125 padres capitulares de la Sociedad del Verbo Divino reunidos en el centro que lleva el mismo nombre del decreto del Vaticano II sobre la actividad misionera de la Iglesia: "Ad gentes".
Una visita privada en la forma, que inmediatamente se transformó para el Pontífice en una ocasión propicia para volver con la mente y con el corazón a aquellas jornadas de las que dijo que conserva un «hermosísimo recuerdo, tal vez el mejor recuerdo de todo el Concilio». Momentos inolvidables vividos en el «verde», al contacto con «el respiro de la naturaleza» y «el aire fresco» en «compañía de tantos grandes teólogos». A continuación el texto completo el discurso dirigido a los capitulares en el centro «Ad Gentes».

Estoy verdaderamente complacido por la posibilidad de volver a ver después de 47 años esta casa en Nemi. Tenía de ella un bellísimo recuerdo, quizá el más bello recuerdo de todo el Concilio. Yo vivía en el centro de Roma, en el Colegio de Santa María del Alma, con todo el ruido: ¡todo eso es también bello! Pero estar aquí en el verde, tener esta amplitud de la naturaleza y también esta frescura del aire, era ya en sí una cosa bella. Y luego estaba la compañía de tantos grandes teólogos, con un encargo tan importante y bello de preparar un decreto sobre la misión.
Recuerdo sobre todo al general de aquél tiempo, el padre Schütte, que había sufrido en China, había sido condenado, luego expulsado. Estaba lleno de dinamismo misionero, de la necesidad de dar un nuevo impulso al espíritu misionero. Y me tenía a mí, que era un teólogo sin gran importancia, muy joven, invitado no sé por qué. Pero era un gran regalo para mí.
Luego estaba Fulton Sheen, que nos fascinaba por la noche con sus discursos, el padre Congar y los grandes misionólogos de Lovaina. Para mí fue un enriquecimiento espiritual, un gran regalo. Era un decreto sin grandes controversias. Estaba la controversia, que yo nunca he comprendido realmente, entre la escuela de Lovaina y la de Münster: fin principal de la misión ¿es la implantatio Ecclesiae o el anuncio Evangelii? Pero todo convergía en un único dinamismo de la necesidad de llevar la luz de la Palabra de Dios, la luz del amor de Dios al mundo y de dar una nueva alegría por este anuncio.
Y así nació en aquellos días un decreto bello y bueno, casi aceptado unánimemente por todos los padres conciliares, y para mí es también un complemento muy bueno de la Lumen gentium, porque en el encontramos una eclesiología trinitaria, que parte sobre todo de la idea clásica del bonum diffusivum sui, el bien que tiene la necesidad en sí de comunicarse, de darse: no puede estar en sí mismo, la cosa buena, la bondad misma esencialmente es «communicatio». Y esto ya aparece en el misterio trinitario, en el interior de Dios, y se difunde en la historia de la salvación y en nuestra necesidad de dar a otros el bien que hemos recibido.
Así, con estos recuerdos he pensado a menudo en estos días de Nemi que están en mí, como he dicho, parte esencial de la experiencia del Concilio. Soy feliz de ver que vuestra Sociedad florece --el padre general ha hablado de seis mil miembros en muchos países, de muchas naciones--. Claramante el dinamismo misionero vive, y vive solo si existe la alegría del Evangelio, si estamos en la experiencia del bien que viene de Dios y que debe y quiere comunicarse. Gracias por vuestro dinamismo. Os auguro para este Capítulo toda bendición del Señor, mucha inspiración: que las mismas fuerzas inspiradoras del Espíritu Santo que nos acompañaron en aquellos días casi visiblemente estén de nuevo presentes entre vosotros y os ayuden a encontrar el camino para vuestra Compañía, así como para la misión del Evangelio ad gentes para los próximos años. Gracias a todos vosotros, el Señor os bendiga. Rezad por mí, como yo rezo por vosotros. ¡Gracias!

domingo, 8 de julio de 2012

VISITA DEL PAPA BENEDICTO XVI A LOS MISIONEROS DEL VERBO DIVINO EN NEMI


Por: GIANNI VALENTE

«¡Qué casa! Todo nuevo: mármoles y acabados en madera, adornos…». El teólogo dominico Yves Congar en su diario del Concilio Vaticano II contó con tonos de sorpresa la impresión que tuvo de la residencia de los padres verbitas que, en dos ocasiones (en los primeros meses de 1965), recibió a los obispos y teólogos que debían reescribir el documento conciliar dedicado a las misiones. En Congar, excelente acogida que ofrecieron los religiosos del Verbo Divino y su superior general, entonces Johann Schütte, provocó incluso un prurito de embarazo ascético: «Una mesa un poco demasiado abundante. No solo nada de cuaresma, sino un verdadero exceso en todo. Por la tarde, reunión con copitas. Evidentemente es útil para crear una atmósfera de cordialidad, y es por ello que el padre Schütte lo hace. Pero, ¡qué gasto!».

En aquella casa religiosa, mañana se llevará a cabo una de las pocas salidas públicas de la agenda del Papa Benedicto XVI para las próximas semanas. Una visita llena se sugerencias: el anciano Papa vuelve a uno de los lugares más recónditos de su personal memoria del Concilio. Vuelve a atar los lazos de su pasado de joven teólogo-perito conciliar. Durante un par de horas, se vuelve a sumergir en los recuerdos de aquel clima vibrante de las discusiones sobre los grandes temas de la vida de la Iglesia, que entre 1962 y 1965 marcaron su intensa participación en los trabajos del Vaticano II.


Lo que llevó a Ratzinger a Nemi en ese entonces fue su participación en la comisión que se encargó de redactar una nueva versión del texto sobre la actividad misionera, que después habría sido sometido a la aprobación de la asamblea durante la última sesión conciliar. El borrador anterior fue rechazado con furor por los padres del Concilio. Entre los que condenaron ese esquema estaba el cardenal de Colonia Joseph Frings, que utilizó los argumentos que había elaborado con su “asesor teológico”, Joseph Ratzinger. Quien pidió que Ratzinger colaborara en la redacción del nuevo esquema “De Missionibus” fue justamente el general verbita, Johannes Schütte. Había que robustecer el impacto teológico del documento, después de que muchos padres conciliares se hubieran quejado, en una asamblea, de la poca profundidad de las versiones anteriores.
En el primer encuentro de la comisión en Nemi, del 11 al 25 de enero de 1965, Ratzinger no estuvo presente, pero en el expediente instructorio a disposición de los miembros de la comisión figuraba un texto suyo (apenas escrito) sobre el fundamento teológico de la misión de la Iglesia: “Considerationes quoad fundamentum theologicum missionis Ecclesiae”. El documento, escrito en latín (y retomado recientemente en un estudio por el archivero Piero Doria, que fue publicado en la revista del Centro de Estudios sobre el Vaticano II de la Pontificia Universidad Lateranense), inspiró algunos pasajes del primer capítulo del decreto conciliar “Ad Gentes”, dedicado a los principios doctrinales de la misión de la Iglesia. Incluso ahora, en vista del Sínodo sobre la Nueva Evangelización y del Año de la Fe, aquella aportación de Ratzinger sobre la teología misionera ofrece sugerencias muy actuales. Ya en 1965, Ratzinger, de 38 años, escribía con autoridad que la misión «no es una batalla para capturar a los demás y llevarlos al propio grupo». Para él, la Iglesia no se mueve a la misión por fuerza propia. Es Cristo mismo quien, operando a través de la Iglesia, atrae hacia sí y hacia el Padre los corazones de los hombres. Y es este motivo el que hace necesaria la misión de la Iglesia para la salvación de todos los hombres: de hecho «ningún esfuerzo humano y ninguna religión en sí puede salvarles, porque toda salvación viene de Cristo».


Ratzinger estuvo presente en la sesión de clausura de la comisión, que se llevó a cabo en Nemi del 29 de marzo al 3 de abril de 1965. Durante la convivencia intensa y las horas de trabajo coral, experimentó afinidad y distancias con los obispos y los peritos (expertos) involucrados con él en el trabajo de revisión. En esos días, que transcurrieron en la hermosa localidad de los Castillos romanos, se confirmó, sobre todo, la sintonía de su mirada y de su juicio con Yves Congar. Ambos compartían la misma preocupación ante una idea estrecha sobre la misión que consideraba como verdadera actividad misionera solo la actividad entendida en el sentido clásico del término, como anuncio del Evangelio entre los paganos. Una idea que, según su juicio, acababa por reducir todo a cuestiones técnicas y jurisdiccionales relacionadas con la fundación de nuevas diócesis en los territorios considerados “de misión”. Para Ratzinger y para Congar, había que partir de una percepción unitaria de la misión y de su fuente teológica, para tomar en consideración los diferentes contextos y las diferentes circunstancias en las que se lleva a cabo. Congar, en su diario de aquellos días, también desahoga todas las decepciones que le causaron algunos miembros del equipo de trabajo. Según Congar, «el padre Seaumois es de verdad un asno», con su «bagaje de ideas y sus respuestas ya preparadas». Monseñor Yago «no dice nada y parece que se aburre de todo», mientras que monseñor Perrin «casi no atiende y no da ninguna ayuda». El teólogo dominico admite solo una excepción: «Afortunadamente, está Ratzinger. Es razonable, modesto, desinteresado, ayuda mucho», escribió en sus apuntes del 31 de marzo de 1965.


martes, 3 de julio de 2012

Nuevo superior General de la Congregación del Verbo Divino





En una sesión que fue iniciado con un retiro dirigido por el padre Carlos del Valle, el ex provincial de Chile que tiene como objetivo para entrar en la profunda oración y dejarse guiar por el Espíritu santo finalmente llega el momento de elegir el sucesor del actual superior de la Congregación del Verbo Divino, padre Antonio Pernia, SVD.

Con una votación casi unánime, fue elegido el P. Heinz Kulüke como XI. Superior General de nuestra Congregación.

Hasta ahora, el P. Heinz Kulüke era el Superior Provincial de la Provincia Sur de Filipinas con sede en Cebu City. Nacido en 1956 en Spelle, en Emsland, en la Diócesis de Osnabrück en el norte de Alemania, como segundo de cuatro hermanos.

Entró en SVD en 1979 y hizo el noviciado en St. Agustín cerca de Bonn. Allí emitió los primeros votos en 1981. Ordenado sacerdote el 9 de marzo de 1986. Entre 1986 y 1989 trabajó como misionero en Agusan del Sur, en la isla de Mindanao.

1989-1990 estudia filosofía en la Catholic University of America en Washington DC, USA. Después de este estudio, por dos años, da clases de filosofía en la Universidad de San Carlos in Cebu City. Obtiene el doctorado en Filosofía de la Universidad Gregoriana en Roma, en 1994, después de haber realizado tres años de estudios de postgrado en Roma [Italia], Munich, Mainz, Bonn y Bochum [Alemania]. Desde 1994 profesor de filosofía en la Universidad de San Carlos [Cebu City]. Desde 1998 Vice Provincial, y desde 2005 Provincial de la Provincia Sur de Filipinas.

Aparte de su trabajo científico y de ser Superior Provincial, el P. Kulüke desde hace más de 25 años está acompañando a la gente que subsiste en la deponías de basura en Mandaue City y está comprometido con varios proyectos sociales en aquel país. Por su dedicación a los más necesitados fue condecorado en su patria con Cruz federal al mérito (Bundesverdienstkreuz). Es la única distinción de carácter general existente en Alemania y por tanto máxima expresión de reconocimiento de la República Federal de Alemania por méritos contraídos para el bien común. 

domingo, 1 de julio de 2012


SE PUEDE

En muchos eventos deportivos de carácter competitivo, siempre se escucha los gritos de apoyo alentador: «Vamos…, vamos que se puede». Estos gritos se transforman no son meramente slogan, sino una manifestación de confianza, de fe que va en contra lo imposible.  De este sentido la fe no es solo fuente de fortaleza basada en la religión. Va más allá, la fe es una dimensión de la vida misma.  Independiente si la persona es creyente o ateo, la fe constituye la fuerza interior que nutre la vida human y su instinto de sobrevivencia.
Para la persona creyente, la fe puede ser un doble apoyo y fortaleza que no es puramente humana sino también una fuerza que proviene de su relación con lo divino  –  con Dios. De este sentido la fe para el creyente es un lema de vida. Con razón San Pablo lo expresa bellamente en su carta  a los Filipenses, capítulo 4, versículo 13, «Todo lo puede en Cristo que me fortalece». Con este consejo, san Pablo quiere ayudar a los filipenses para que no vivan desanimados sino que pongan su fe y convicción en Cristo que siempre esta presente en sus vidas.
Si analizamos cada palabra veremos la extraordinaria dimensión del significado espiritual que conlleva. Veamos: la palabra «todo» abarca una totalidad, de ninguna manera nada se escapa a esta palabra.  La usamos para referirnos a un todo cuando no hay nada fuera de esto.  Pues cuando decimos “Todo lo puedo” significa que no existe nada en la vida que no logremos con el inmenso amor de Cristo.  Cuando seguimos hurgando a través del profundo significado entendemos que “lo puedo” es que vale la pena saber que nada en este mundo terrenal es imposible cuando tenemos la gracia de nuestro Jesús.  No hay tempestad que no podamos atravesar, no hay obstáculo de acero que no podamos derribar,  no hay enfermedad que no podamos vencer, no hay enemigos que no podamos destruir.  Porque como reza la frase: «Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece».
Es claro que somos más que vencedores en la batalla campal que existe en cada una de nuestras vidas.  Cuando estamos centrados en el amor inmenso de Cristo, no hay trama, ni traición, ni emboscada que nos haga sucumbir.  No importa la clase de situaciones en que estemos envueltos, porque la protección divina está alerta no solo para salvarnos de nuestras caídas y pecados, sino para sacarnos victoriosos del abismo de nuestra naturaleza pecadora y de cualquier situación extraña y adversa a los ojos del Dios Altísimo. Alcemos nuestros ojos al cielo y elevemos este eslogan de fe en cada momento de nuestras vidas.  Cuando estemos observados por el enemigo, y cuando nos estén colocando la medalla de la victoria.  En el momento de arrancar en la carrera, en el instante que el enemigo muestre con colocar el pie para que caigamos en medio del camino, podemos levantarnos y atravesar la línea de la victoria solo con Cristo que nos fortalece.  En todas y cada una de las circunstancias elevemos este hermoso eslogan de nuestro Dios y contaremos en todo momento con la hermosa ayuda invencible de nuestro Dios.
¿Quien le puede ganar a Cristo?
Vamos, empecemos a perseverar en cualquier situación: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» y «Nada es imposible para el que tiene fe» y saldremos victoriosos en la batalla de la vida y de nuestra propia fragilidad humana.

MUCHOS ROSTROS UN SOLO CORAZÓN

M u c h o s   rostros   un solo   corazón E n el mundo global casi no hay límite de espacio y de a poco se han levantado las fron...

Muchos Rostros un Solo Corazón