domingo, 1 de julio de 2012


SE PUEDE

En muchos eventos deportivos de carácter competitivo, siempre se escucha los gritos de apoyo alentador: «Vamos…, vamos que se puede». Estos gritos se transforman no son meramente slogan, sino una manifestación de confianza, de fe que va en contra lo imposible.  De este sentido la fe no es solo fuente de fortaleza basada en la religión. Va más allá, la fe es una dimensión de la vida misma.  Independiente si la persona es creyente o ateo, la fe constituye la fuerza interior que nutre la vida human y su instinto de sobrevivencia.
Para la persona creyente, la fe puede ser un doble apoyo y fortaleza que no es puramente humana sino también una fuerza que proviene de su relación con lo divino  –  con Dios. De este sentido la fe para el creyente es un lema de vida. Con razón San Pablo lo expresa bellamente en su carta  a los Filipenses, capítulo 4, versículo 13, «Todo lo puede en Cristo que me fortalece». Con este consejo, san Pablo quiere ayudar a los filipenses para que no vivan desanimados sino que pongan su fe y convicción en Cristo que siempre esta presente en sus vidas.
Si analizamos cada palabra veremos la extraordinaria dimensión del significado espiritual que conlleva. Veamos: la palabra «todo» abarca una totalidad, de ninguna manera nada se escapa a esta palabra.  La usamos para referirnos a un todo cuando no hay nada fuera de esto.  Pues cuando decimos “Todo lo puedo” significa que no existe nada en la vida que no logremos con el inmenso amor de Cristo.  Cuando seguimos hurgando a través del profundo significado entendemos que “lo puedo” es que vale la pena saber que nada en este mundo terrenal es imposible cuando tenemos la gracia de nuestro Jesús.  No hay tempestad que no podamos atravesar, no hay obstáculo de acero que no podamos derribar,  no hay enfermedad que no podamos vencer, no hay enemigos que no podamos destruir.  Porque como reza la frase: «Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece».
Es claro que somos más que vencedores en la batalla campal que existe en cada una de nuestras vidas.  Cuando estamos centrados en el amor inmenso de Cristo, no hay trama, ni traición, ni emboscada que nos haga sucumbir.  No importa la clase de situaciones en que estemos envueltos, porque la protección divina está alerta no solo para salvarnos de nuestras caídas y pecados, sino para sacarnos victoriosos del abismo de nuestra naturaleza pecadora y de cualquier situación extraña y adversa a los ojos del Dios Altísimo. Alcemos nuestros ojos al cielo y elevemos este eslogan de fe en cada momento de nuestras vidas.  Cuando estemos observados por el enemigo, y cuando nos estén colocando la medalla de la victoria.  En el momento de arrancar en la carrera, en el instante que el enemigo muestre con colocar el pie para que caigamos en medio del camino, podemos levantarnos y atravesar la línea de la victoria solo con Cristo que nos fortalece.  En todas y cada una de las circunstancias elevemos este hermoso eslogan de nuestro Dios y contaremos en todo momento con la hermosa ayuda invencible de nuestro Dios.
¿Quien le puede ganar a Cristo?
Vamos, empecemos a perseverar en cualquier situación: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» y «Nada es imposible para el que tiene fe» y saldremos victoriosos en la batalla de la vida y de nuestra propia fragilidad humana.

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