SE
PUEDE
En muchos eventos
deportivos de carácter competitivo, siempre se escucha los gritos de apoyo alentador:
«Vamos…, vamos que se puede». Estos gritos se transforman no son meramente
slogan, sino una manifestación de confianza, de fe que va en contra lo
imposible. De este sentido la fe no es
solo fuente de fortaleza basada en la religión. Va más allá, la fe es una dimensión
de la vida misma. Independiente si la
persona es creyente o ateo, la fe constituye la fuerza interior que nutre la
vida human y su instinto de sobrevivencia.
Para la persona
creyente, la fe puede ser un doble apoyo y fortaleza que no es puramente humana
sino también una fuerza que proviene de su relación con lo divino – con Dios.
De este sentido la fe para el creyente es un lema de vida. Con razón San Pablo
lo expresa bellamente en su carta a los
Filipenses, capítulo 4, versículo 13, «Todo lo puede en Cristo que me fortalece».
Con este consejo, san Pablo quiere ayudar a los filipenses para que no vivan
desanimados sino que pongan su fe y convicción en Cristo que siempre esta
presente en sus vidas.
Si analizamos cada
palabra veremos la extraordinaria dimensión del significado espiritual que conlleva.
Veamos: la palabra «todo» abarca una totalidad, de ninguna manera nada se
escapa a esta palabra. La usamos para
referirnos a un todo cuando no hay nada fuera de esto. Pues cuando decimos “Todo lo puedo” significa
que no existe nada en la vida que no logremos con el inmenso amor de
Cristo. Cuando seguimos hurgando a
través del profundo significado entendemos que “lo puedo” es que vale la pena
saber que nada en este mundo terrenal es imposible cuando tenemos la gracia de
nuestro Jesús. No hay tempestad que no
podamos atravesar, no hay obstáculo de acero que no podamos derribar, no hay enfermedad que no podamos vencer, no
hay enemigos que no podamos destruir.
Porque como reza la frase: «Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece».
Es claro que somos más
que vencedores en la batalla campal que existe en cada una de nuestras
vidas. Cuando estamos centrados en el
amor inmenso de Cristo, no hay trama, ni traición, ni emboscada que nos haga
sucumbir. No importa la clase de
situaciones en que estemos envueltos, porque la protección divina está alerta
no solo para salvarnos de nuestras caídas y pecados, sino para sacarnos
victoriosos del abismo de nuestra naturaleza pecadora y de cualquier situación
extraña y adversa a los ojos del Dios Altísimo. Alcemos nuestros ojos al cielo
y elevemos este eslogan de fe en cada momento de nuestras vidas. Cuando estemos observados por el enemigo, y
cuando nos estén colocando la medalla de la victoria. En el momento de arrancar en la carrera, en
el instante que el enemigo muestre con colocar el pie para que caigamos en
medio del camino, podemos levantarnos y atravesar la línea de la victoria solo
con Cristo que nos fortalece. En todas y
cada una de las circunstancias elevemos este hermoso eslogan de nuestro Dios y
contaremos en todo momento con la hermosa ayuda invencible de nuestro Dios.
¿Quien le puede ganar
a Cristo?
Vamos, empecemos a perseverar
en cualquier situación: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» y «Nada es
imposible para el que tiene fe» y saldremos victoriosos en la batalla de la
vida y de nuestra propia fragilidad humana.
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