lunes, 30 de mayo de 2011



Cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo, cambia el clima con los años, cambia todo cambia; así lo expresó el canto-autor, músico y poeta chileno, Julio Numhauser y que después vuelva a resonar con la potente y eterna voz de Mercedes Sosa.


El cambio en el contexto del mundo moderno quizá es más notable aún por medio de difusión informática. Todo cambia, todo progresa, todo se desarrolla rápidamente, pero hacía dónde el rumbo de esos cambios y avances, es la pregunta que puede surgir.

Mientras tanto la naturaleza sigue con su ritmo silencioso, que antes solo les interesan lo científicos. Pero ahora vuelva al centro de atención de todos cuando nos urge y nos preocupa estos cambios. El cambio climático por ejemplo esta invitando a todos desde los políticos hasta gente común y corriente a preocuparse, a aportar algo para el futuro de la humanidad en particular y todos los seres vivos en general.

Hay cambios y avances que nos alegran, pero hay otros cambios o progresos que nos inquietan y preocupan. Los Cambios o progresos tecno-físicos son demasiado notables que es muy difícil que se escapen de nuestra atención y por lo tanto reaccionamos y actuamos pronto. Lo contrario el progreso o cambio psico-espiritual es lento y solo experimenta y/o siente el individuo y por lo tanto la reacción y actuar frente a esos cambios puede ser muy diferente y muy personal. Con esa misma razón ese tipo de cambio no provoca tanto la reacción pública. Ante estos cambios uno puede actuar indiferente, puede dejarlo como problema de tal individuo, mientras no me afecta, me da lo mismo, se puede actuar así. Es la mentalidad del individualismo que no le importa al otro.

Sin embargo si analizamos ese cambio hasta el fondo teniendo presente que la sociedad esta formada por los individuos, no podemos ser indiferentes ante los cambios psico-espirituales, porque al final afecta a todos. Los que trabajan con los individuos directamente en su formación los saben, que los cambios de los valores, criterios y posturas de cada individuo afectan al grupo, el compañerismo, la convivencia que al final afecta a la sociedad.

La persona humana es única pero es compleja con todas las dimensiones de su vida. Todo el progreso siempre tiene que ver con la persona humana. Por lo tanto los cambios afectan directo e indirectamente a todos. Hay que preocuparse que todas las dimensiones de la vida avancen juntas. Para avanzar equilibremente, hay que preocuparse con los dos pies, que avancen juntos. 


domingo, 29 de mayo de 2011

LA SUPREMACÍA DE LA VIDA





Una de las frases más repetitivas después del terremoto en Chile, el 27 de febrero de 2010 pasado fue, «Perdimos todo pero estamos bien, estamos con vida gracias a Dios». Otra frase que se escucha fue: “las cosas materiales se puede conseguir, lo más importante que encontramos vivos”.

Esas frases reflejan un absoluto aprecio a la vida. Que la vida es la más importante que otra cosa. La vida es el máximo valor en sí mismo. Independiente de cómo vivir esa vida, la cualidad de vida etc., ella sigue siendo la más importante. 

La primacía de la vida sobre otra cosa, no solo se refleja en la valoración a ella, sino también se manifiesta en la preocupación de cuidarla, defenderla hasta intentos de prolongar esa vida. La intención de prolongar la vida se puede ver ampliamente tanto  en el campo de la ciencia  como psico-espiritual. En la ciencia esos intentos son marcados por la intervención médica, cirurquias estéticas, ejercicios corporales – deportes, etc. En el campo psico-espiritual se practica meditación, yoga, terapias, ejercicios de relajación etc.

Dentro de todos estos intentos para prolongar la vida, lo más polémico es la intervención técnica en la vida humana. La razón es que la tecnología puede ayudar mucho pero también puedo destruir la vida humana. Existe un dilema ético en la práctica del uso de tecnología en la vida humana. El dilema consiste en el límite de la razón, ¿hasta que punto la tecnología puede ser utilizada y que puede intervenir el desarrollo de esa vida? ¿Qué valor agrega esa intervención a la vida humana? La experiencia misma nos ha enseñada que la vida es mucha más allá de los sentidos, percibidos, razones y argumentos. Basta fijarse en la existencia de cada individuo. Ni siquiera un individuo por su propia decisión quiere existir. De ese punto de partida de decisión un individuo nunca es el que decide para existir. Su existencia es decidida fuera de si mismo. Esa es la complejidad de vida humana. La respuesta a la pregunta de dónde viene y a dónde va la vida también es compleja. Pero eso no significa que no hay respuestas.

Para los creyentes la vida es de Dios, es creada por Dios. Dios es él que decide la existencia humana. Por lo tanto el rumbo y la meta de la vida pertenecen a Dios. Más aún para los cristianos la vida está en Cristo porque en Él hay intercambio de lo Divino y lo humano en Su encarnación. Cristo ha venido para restaurar la vida mortal a la vida inmortal. En Él hemos sido elegidos desde eternidad para alcanzar la vida eterna. Pues en Cristo hemos recibido gracia por gracia, (cfr. Ef. 1,3-8; Col 1,16). Para lograr esa vida prolongada en Cristo es necesario vivir conectado a Cristo, es decir vivir conforme al la voluntad de Dios.

La invitación entonces no es dejar de cuidar o proteger la vida sino ir más allá de los intentos humanos para prolongar la vida física, es necesario buscar más allá del sentido de vida. Que la vida es mucho más grande, mucho más amplia, demasiado profunda de lo que podemos entender, percibir y sentirla. Solo al conectarse a la vida de Cristo podemos comprender el misterio de la vida que ha sido revelada en Cristo con su entrega total para recuperar la vida, para restaurar la vida.
Vivir en Cristo por lo tanto significa unirse a la fuente de vida misma, recibir a Cristo es recibir la vida misma por lo tanto recibir la vida eterna.




jueves, 19 de mayo de 2011

Dos Santos Misioneros de Nuestro Tiempo

Sin duda San Arnoldo Janssen fue un misionero por la excelencia. Él misionaba des del Corazón del Verbo Divino, desde la casa materna. Él estaba presente en toda parte donde se encontraban los misioneros y misioneras de las tres Congregaciones que él fundó: Verbo Divino, las Siervas del Espíritu Santo y las Siervas del Espíritu Santo de la Adoración Perpetua. Recorría  el mundo entero con sus preocupaciones expresadas en las miles de cartas escritas con su propia mano.
Mientras San José Freinademetz entregó su vida entera para los chinos en la misión. Por la pasión por esa misión, él nunca volvió a ver su familia desde su partida a la misión. Ganaba la simpatía de los chinos por su hermoso testimonio de vida – haciéndose uno de ellos hasta quiere entrar al cielo como chino, no como europeo. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos, (J 15,13). Es maravilloso el testimonio de san José Freinademetz. Simplementes el  chino de Tirol. Un Misionero ejemplar.
Ese video demuestra una pequeña parte de la entrega y la pasión de ambos por la misión.

miércoles, 18 de mayo de 2011

MUCHOS ROSTROS UN SOLO CORAZÓN

Muchos  rostros  un solo  corazón


En el mundo global casi no hay límite de espacio y de a poco se han levantado las fronteras, se han abierto la mayor posibilidad de encuentro y de comunicarse sin dificultad, cosa que ni siquiera habrían imaginado nuestros abuelos décadas atrás. El mundo que antes se imaginaba muy grande y las distancias eran enormes, hoy se ha vuelto cada vez más pequeño. Al mismo tiempo se ha producido un cierto temor, no sólo por los actos terroristas que pueden ocurrir, sino también un temor y preocupación por guardar un espacio íntimo para uno mismo garantizando así su propia identidad.


Ese último temor se ha producido por las grandes emigraciones en los últimos tiempos. A pesar de ese temor probablemente va a seguir creciendo el número de emigración.  Inevitablemente el encuentro con el otro va aumentando. Ese encuentro puede ser una amenaza para el que tiene miedo de perder su identidad, pero puede ser una oportunidad de diálogo con el nuevo mundo que nos está invitando al encuentro con el otro.

En ese contexto global donde los encuentros son parte de este mundo, no se puede encerrarse en uno mismo. Hay que asumir esa nueva realidad de nuestro mundo hoy. Vemos que ya no es una novedad que la sociedad cada vez más mixta, es compuesta de distintas razas, etnias, culturas, lenguas, etc.

En esa sociedad cada vez más plural el desafío consiste en abrirse al encuentro con el otro en un diálogo generoso, o volver a encerrarse en sí mismo en el fanatismo y fundamentalismo con una convicción cerrada. La segunda posición puede manifestarse en la ignorancia, uno puede vivir al lado del otro sin importar su presencia. Ese fenómeno es lo que llaman los sociólogos como «crowd» - muchedumbre donde uno está al lado del otro pero no hay mayor contacto. Tampoco hay interacción ni interese común que los une en la convivencia. Y si hay interacción se limite solamente en el interés.

La Congregación del Verbo Divino desde su comienzo vive una experiencia particular en su internacionalidad. En contexto de mundo global hoy, la Congregación esta llamada a dar testimonio de su internacionalidad a través del diálogo generoso y con respeto a la interculturalidad que implica la aceptación de cada miembro que proviene de distintas naciones, etnias, razas, culturas, lenguas y costumbres. Como miembros de ésta congregación internacional, tratamos de vivir la comunión en la diversidad, que significa asumir el costo de una comunidad internacional y tratar de superar las diferencias.

La invitación de cada uno que forma parte de esta familia verbita, es salir al encuentro con el otro, no solo abrirse a ese encuentro sino también tratar de comprender al otro desde su posición, desde sus propias raíces que permite vivir «el encuentro enriquecedor» en la comunión. El camino está hecho por la experiencia del fundador mismo cuando tuvo que salir de su propia raíz alemana para el encuentro con la realidad de holanda, para vivir una experiencia fecunda de ese encuentro que alimenta su obra desde su comienzo. La experiencia de la internacionalidad sigue nutriendo a la Congregación del Verbo Divino y a la vez enriquece la Iglesia universal en su misión de acoger a todos.

¿Pero cuál es el aporte concreto? Se puedo preguntar así. Desde bastante temprano de su historia, en el tiempo del colonialismo, cuando se discutía si los pueblos originarios (destinatario de la misión que se entendía en aquella época) tienen alma o no, la congregación fue una de las primeras que entró en el diálogo con la cosmovisión de aquella gente a través de trabajo e investigaciones antropológicas del padre Wilhelm Schmidt, SVD. Mientras las congregaciones religiosas no contemplaban a esa gente como apta para la vida religiosa, nuestra congregación, ya en el año 1902 fue pionero en recibir a los afro-americanos  como miembros de la comunidad. Al comienzo de los años 80, cuando los emigrantes no fueron considerados como vocacionables, Verbo Divino fue primero en acoger a los emigrantes vietnamitas en Estados Unidos a formar parte de su familia.

Así con su propia experiencia de la internacionalidad, la Congregación del Verbo Divino sigue dando testimonio de la diversidad del mundo hoy, que es posible vivir en «comunión» siendo diferente,  porque hay una mayor razón que está encima de todas las dificultades humanas, el amor de Dios que nos une para con su causa. Somos muchos rostros pero un solo corazón. El Corazón de Cristo es el que comunica la fortaleza y nutre nuestra convivencia para vivir en la comunidad internacional. El  Sagrado Corazón de Jesús es fuente inagotable que nos posibilita a asumir su misión a pesar de las dificultades que significa vivir en una comunidad internacional. Viva el Corazón de Jesús en nuestros corazones y los corazones de toda la humanidad, así fue y es el anhelo de nuestro fundador, Arnoldo Janssen. Solo con esa convicción podremos asumir la misión de Cristo, que su vida sea nuestra vida y su misión sea nuestra misión.

domingo, 15 de mayo de 2011

Testimonio vocacional de Felipe Hermosillo Espinoza



Es hermosa la vida entregada para el mundo

La vocación  es un llamado donde puedo servir  con mis virtudes y habilidades en un beneficio común. Dios a todos nos da una vocación: para ser un laico comprometido, esposo, doctor, profesor, etc. Pero también hay una vocación que pide mucho más que entregar solo tus virtudes y habilidades, necesitas entregarte entero; que tu día siempre sea un nuevo desafío, es la vocación a la vida consagrada. La vida consagrada es tan necesaria e imprescindible en nuestra sociedad  que se no la hubiera existiría un vacío imposible de llenar.

Mi proceso para descubrir cuál era mi vocación al principio fue muy inquietante, buscaba saber por qué Dios me estaba “llamando” a mí, que no tenía nada especial.  Para poder comprender necesité mucha oración y el apoyo de mis padres quienes en un principio no comprendían porqué había tomado este camino y no el que ellos esperaban; y me costó mucho lograr hacerlos comprender que Dios me necesitaba para servir a su Iglesia.

Elegí la Congregación del Verbo Divino, ya que, me llamó mucho la atención la vida del padre fundador; Un hombre que vio la necesidad de ir al encuentro de los hombres que no conocían a Cristo. Pensé entonces ¿Y por qué no ser misionero? Jesús envió a los apóstoles a todas las naciones a anunciar la Buena Nueva  y aún hoy hay hombres que no conocen a Cristo, pero aun así pasaban por mí muchos miedos si era vocación o  una simple ilusión como tantas otras. Pero Dios es muy sabio y misterioso; siempre le pedía que me iluminará para saber que quería de mí, así que después de las hermosas jornadas de discernimientos donde conocí a jóvenes que estaban pasando por lo mismo que yo y con algunos hasta el día de doy tengo lazos de amistad; decidí atreverme a postular, no todos las oportunidades se vuelven a dar en la vida y esta no la iba a dejar pasar, porque si Jesucristo murió para salvarme yo podría anunciar a muchos más que de verdad hay salvación.

Quede muy impresionado cuando recibí la respuesta de aceptación a mi postulación; estaba muy contento y agradecido de Dios y en especial de la Congregación por darme la posibilidad de iniciar un camino tras las huellas del Verbo para algún día poder ser un misionero para el mundo de hoy.

Por lo tanto he decidido dar mis primeros pasos para seguir profundizando mi discernimiento para conocer la voluntad de Dios en mí. Dentro de esos pasos iniciales en el seminario, me siento muy contento, cada día me voy enamorando más de Cristo y con más ganas de entregar mi vida por su Evangelio.

La XLVIII Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones


En este cuatro domingo de pascua, se conoce comúnmente como el Domingo de Buen Pastor, la Iglesia Católica dedica este domingo para orar por la vocación.



Publicamos la carta del Papa Benedicto XVI para esta oportunidad. 



Queridos hermanos y hermanas,

La XLVIII Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones que se celebrará el 15 de mayo de 2011, cuarto Domingo de Pascua, nos invita a reflexionar sobre el tema: Proponer las vocaciones en la Iglesia local. Hace setenta años, el Venerable Pío XII instituyó la Obra Pontificia para las Vocaciones Sacerdotales. A continuación, animadas por sacerdotes y laicos, obras semejantes fueron fundadas por Obispos en muchas diócesis como respuesta a la invitación del Buen Pastor, quien, “al ver a las gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor”, y dijo: “La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies” (Mt 9, 36-38).
El arte de promover y de cuidar las vocaciones encuentra un luminoso punto de referencia en las páginas del Evangelio en las que Jesús llama a sus discípulos a seguirle y los educa con amor y esmero. El modo en el que Jesús llamó a sus más estrechos colaboradores para anunciar el Reino de Dios ha de ser objeto particular de nuestra atención (cf. Lc 10,9). En primer lugar, aparece claramente que el primer acto ha sido la oración por ellos: antes de llamarlos, Jesús pasó la noche a solas, en oración y en la escucha de la voluntad del Padre (cf. Lc 6, 12), en una elevación interior por encima de las cosas ordinarias. La vocación de los discípulos nace precisamente en el coloquio íntimo de Jesús con el Padre. Las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada son primordialmente fruto de un constante contacto con el Dios vivo y de una insistente oración que se eleva al “Señor de la mies” tanto en las comunidades parroquiales, como en las familias cristianas y en los cenáculos vocacionales.
El Señor, al comienzo de su vida pública, llamó a algunos pescadores, entregados al trabajo a orillas del lago de Galilea: “Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres” (Mt 4, 19). Les mostró su misión mesiánica con numerosos “signos” que indicaban su amor a los hombres y el don de la misericordia del Padre; los educó con la palabra y con la vida, para que estuviesen dispuestos a ser los continuadores de su obra de salvación; finalmente, “sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre” (Jn 13,1), les confió el memorial de su muerte y resurrección y, antes de ser elevado al cielo, los envió a todo el mundo con el mandato: “Id y haced discípulos de todos los pueblos” (Mt 28,19).
La propuesta que Jesús hace a quienes dice “¡Sígueme!” es ardua y exultante: los invita a entrar en su amistad, a escuchar de cerca su Palabra y a vivir con Él; les enseña la entrega total a Dios y a la difusión de su Reino según la ley del Evangelio: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24); los invita a salir de la propria voluntad cerrada en sí misma, de su idea de autorrealización, para sumergirse en otra voluntad, la de Dios, y dejarse guiar por ella; les hace vivir una fraternidad, que nace de esta disponibilidad total a Dios (cf. Mt 12, 49-50), y que llega a ser el rasgo distintivo de la comunidad de Jesús: “La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros” (Jn 13, 35).
También hoy, el seguimiento de Cristo es arduo; significa aprender a tener la mirada de Jesús, a conocerlo íntimamente, a escucharlo en la Palabra y a encontrarlo en los sacramentos; quiere decir aprender a conformar la propia voluntad con la suya. Se trata de una verdadera y propia escuela de formación para cuantos se preparan para el ministerio sacerdotal y para la vida consagrada, bajo la guía de las autoridades eclesiásticas competentes. El Señor no deja de llamar, en todas las edades de la vida, para compartir su misión y servir a la Iglesia en el ministerio ordenado y en la vida consagrada, y la Iglesia “está llamada a custodiar este don, a estimarlo y amarlo. Ella es responsable del nacimiento y de la maduración de las vocaciones sacerdotales” (JUAN PABLO II, Exhort. ap. postsinodal Pastores dabo vobis, 41). Especialmente en nuestro tiempo en el que la voz del Señor parece ahogada por “otras voces” y la propuesta de seguirlo, entregando la propia vida, puede parecer demasiado difícil, toda comunidad cristiana, todo fiel, debería de asumir conscientemente el compromiso de promover las vocaciones. Es importante alentar y sostener a los que muestran claros indicios de la llamada a la vida sacerdotal y a la consagración religiosa, para que sientan el calor de toda la comunidad al decir “sí” a Dios y a la Iglesia. Yo mismo los aliento, como he hecho con aquellos que se decidieron ya a entrar en el Seminario, a quienes escribí: “Habéis hecho bien. Porque los hombres, también en la época del dominio tecnológico del mundo y de la globalización, seguirán teniendo necesidad de Dios, del Dios manifestado en Jesucristo y que nos reúne en la Iglesia universal, para aprender con Él y por medio de Él la vida verdadera, y tener presentes y operativos los criterios de una humanidad verdadera” (Carta a los Seminaristas, 18 octubre 2010).
Conviene que cada Iglesia local se haga cada vez más sensible y atenta a la pastoral vocacional, educando en los diversos niveles: familiar, parroquial y asociativo, principalmente a los muchachos, a las muchachas y a los jóvenes -como hizo Jesús con los discípulos- para que madure en ellos una genuina y afectuosa amistad con el Señor, cultivada en la oración personal y litúrgica; para que aprendan la escucha atenta y fructífera de la Palabra de Dios, mediante una creciente familiaridad con las Sagradas Escrituras; para que comprendan que adentrarse en la voluntad de Dios no aniquila y no destruye a la persona, sino que permite descubrir y seguir la verdad más profunda sobre sí mismos; para que vivan la gratuidad y la fraternidad en las relaciones con los otros, porque sólo abriéndose al amor de Dios es como se encuentra la verdadera alegría y la plena realización de las propias aspiraciones. “Proponer las vocaciones en la Iglesia local”, significa tener la valentía de indicar, a través de una pastoral vocacional atenta y adecuada, este camino arduo del seguimiento de Cristo, que, al estar colmado de sentido, es capaz de implicar toda la vida.
Me dirijo particularmente a vosotros, queridos Hermanos en el Episcopado. Para dar continuidad y difusión a vuestra misión de salvación en Cristo, es importante incrementar cuanto sea posible “las vocaciones sacerdotales y religiosas, poniendo interés especial en las vocaciones misioneras” (Decr. Christus Dominus, 15). El Señor necesita vuestra colaboración para que sus llamadas puedan llegar a los corazones de quienes ha escogido. Tened cuidado en la elección de los agentes pastorales para el Centro Diocesano de Vocaciones, instrumento precioso de promoción y organización de la pastoral vocacional y de la oración que la sostiene y que garantiza su eficacia. Además, quisiera recordaros, queridos Hermanos Obispos, la solicitud de la Iglesia universal por una equilibrada distribución de los sacerdotes en el mundo. Vuestra disponibilidad hacia las diócesis con escasez de vocaciones es una bendición de Dios para vuestras comunidades y para los fieles es testimonio de un servicio sacerdotal que se abre generosamente a las necesidades de toda la Iglesia.
El Concilio Vaticano II ha recordado explícitamente que “el deber de fomentar las vocaciones pertenece a toda la comunidad de los fieles, que debe procurarlo, ante todo, con una vida totalmente cristiana” (Decr. Optatam totius, 2). Por tanto, deseo dirigir un fraterno y especial saludo y aliento, a cuantos colaboran de diversas maneras en las parroquias con los sacerdotes. En particular, me dirijo a quienes pueden ofrecer su propia contribución a la pastoral de las vocaciones: sacerdotes, familias, catequistas, animadores. A los sacerdotes les recomiendo que sean capaces de dar testimonio de comunión con el Obispo y con los demás hermanos, para garantizar el humus vital a los nuevos brotes de vocaciones sacerdotales. Que las familias estén “animadas de espíritu de fe, de caridad y de piedad” (ibid), capaces de ayudar a los hijos e hijas a acoger con generosidad la llamada al sacerdocio y a la vida consagrada. Los catequistas y los animadores de las asociaciones católicas y de los movimientos eclesiales, convencidos de su misión educativa, procuren “cultivar a los adolescentes que se les han confiado, de forma que éstos puedan sentir y seguir con buen ánimo la vocación divina” (ibid).
Queridos hermanos y hermanas, vuestro esfuerzo en la promoción y cuidado de las vocaciones adquiere plenitud de sentido y de eficacia pastoral cuando se realiza en la unidad de la Iglesia y va dirigido al servicio de la comunión. Por eso, cada momento de la vida de la comunidad eclesial –catequesis, encuentros de formación, oración litúrgica, peregrinaciones a los santuarios- es una preciosa oportunidad para suscitar en el Pueblo de Dios, particularmente entre los más pequeños y en los jóvenes, el sentido de pertenencia a la Iglesia y la responsabilidad de la respuesta a la llamada al sacerdocio y a la vida consagrada, llevada a cabo con elección libre y consciente.
La capacidad de cultivar las vocaciones es un signo característico de la vitalidad de una Iglesia local. Invocamos con confianza e insistencia la ayuda de la Virgen María, para que, con el ejemplo de su acogida al plan divino de la salvación y con su eficaz intercesión, se pueda difundir en el interior de cada comunidad la disponibilidad a decir “sí” al Señor, que llama siempre a nuevos trabajadores para su mies. Con este deseo, imparto a todos de corazón mi Bendición Apostólica.
Vaticano, 15 noviembre 2010




viernes, 6 de mayo de 2011

SABER ESCUCHAR

Escucha


Un viajero se acercó al maestro para expresarle su intención. Maestro le dijo al maestro, quiero aprender a escuchar. El maestro le respondió, sígueme. Con muchas ganas el viajero le seguía. El maestro caminaba tranquilamente hacía un bosque. Con paciencia el viajero lo seguía esperando que el maestro le dijera algo pero más que eso esperaba mucho que le enseñe las técnicas como escuchar.

Los dos avanzan atravesando el bosque. El viajero le seguía y seguía detrás del maestro esperando su voz. Mientras el maestro caminaba cada vez más lento y más sereno incluso casi no se escucha ni ruido de sus pasos.

Estando ya en la mitad del bosque, todo sigue en silencio. Solo se escucha la armonía de canto de los pájaros. Perturbándose internamente, el viajero rompió el silencio. Maestro, estoy esperando que me enseñe las técnicas como escuchar. Puedes irte, ya lo aprendiste, le dijo el maestro. Pero, ¿Cómo? Dijo el desconcentrado viajero.

El aprendizaje no solo consiste en traspasar todo el conocimiento del maestro al discípulo. Para poder escuchar es necesario entrar en el silencio dejándose interpelar por ello y por la realidad. Si no escuchas tu corazón no puedes escuchar tu entorno material ni las personas y menos aún esperar que alguien te enseñe las técnicas de escuchar.

Es hora de aprender de silencio y escuchar los clamores de tu corazón. Dejes espacio para tu SER dentro de tus preocupaciones y quehaceres. No ocupes ese espacio, (pre-ocupa) antes que sucedan las cosas. Lo contrario puedes hacer muchas cosas si eres capaz de conectarte primero con tu «ser». En ese «ser» está el proyecto de Dios Creador de la vida que quiere que seas feliz. 

MUCHOS ROSTROS UN SOLO CORAZÓN

M u c h o s   rostros   un solo   corazón E n el mundo global casi no hay límite de espacio y de a poco se han levantado las fron...

Muchos Rostros un Solo Corazón